sábado, 5 de diciembre de 2009

Incrustaciones

Página 29

Pasmado y atareado me senté lentamente en el centro de mi cuarto.
Miré fijamente las tablas de madera que conforman el piso
(y todos sus intersticios).
Marrillento muy claro con retazos de marrobscuro.
Coloco el sifón en el suelo, con su correspondiente vaso.
Apago la luz, y me tiendo en el fresco suelo.
Recuerdo como en el verano arrojábamos el colchón al piso,
para que entráramos los dos.
Y para no sufrir tanto el calor de los cuerpos sudorosos,
de transpirar el cuero cabelludo hasta el punto en que nos llueve el tejado.
Igualmente eso no importaba mucho. El echo era vernos despertar.
Tal vez una, dos o mil veces.
La constumbre de tenerte a mi lado,
oculto la belleza de la simpleza, de lo espontáneo.

Prendo el ventilador y el turbo, como solíamos hacer.
Tomo un buen vaso de soda refrescante de un solo trago.
Apoyo la cabeza en el puf y en lo negro llego a diferenciar
el girar de las aspas.

Me reincorporo abruptamente,
recordé un error.
La planta del pie comenzó a sangrarme,
al inspeccionar mas de cerca se trataba de una astilla vidrasica.
La cual ingreso cortando tejidos,
y se alojo en el seno de mi carne palpitante y pensante.
Nunca

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